Corredor Solidario Dos Bahías… 24 horas

¿Cómo se siente un enfermo de cáncer? No lo sé
¿Qué pensamientos tiene? No lo sé
¿Qué dolores padece? No lo sé
¿Cómo puede ser ayudado? Sí lo sé.

Recibí un mensaje de una mujer maravillosa Cristina, donde me invitaba a correr junto a ella y su gran equipo Humaniza Team, 24 horas para recaudar fondos para una sede humanitaria en Puerto Real contra el cáncer. Accedí a estar con ellos, casi todos son hermanos del desierto y eso sin darte cuenta te une. Era un proyecto precioso pero nunca pensé que fuera a darme una lección tan importante en mi vida.

Llegó el gran día, preparativos y a la caravana de Tito Gerardo, si me permitís diré que es una de las mejores personas que conozco porque su bondad no tiene límites. Así que nos dirigimos hasta Los Barrios para unirnos con el resto de compañeros, entre kilómetro y kilómetros de carretera, reventón en la rueda pero eso no borró nuestra sonrisa y ganas de llegar.

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Reencontrarme con Cris y compañeros fue precioso, bajo un cielo de estrellas que nos hacía recordar las noches de Sables, los entrenamientos nocturnos y a veces la nostalgia nos invadía. Pasaban los kilómetros y hablábamos de todas nuestras aventuras, de nuestros sentimientos y cada minuto encontraba un motivo más del porqué tenía que estar ahí, como ver a Manolo «Tempranillo», un adolescente de 15 años que ha sufrido ya Quimioterapias, dolores en su cuerpo y cada día lucha por demostrar que la enfermedad no puede con él. En la noche estuvo presente y os puedo asegurar que a mí me colocó en mi sitio y me dio fuerza para seguir. El terreno por donde transitábamos era a veces complicado, y las piedras y la maleza se clavaban. Jamás lo oí quejarse, se calló en alguna ocasión y se levantó y continuó. Su padre con una sonrisa preciosa lo llevaba de la mano… me ahogan las lágrimas en la garganta mientras escribo. Ver un padre con esa fuerza luchar junto a su hijo, darle la valentía necesaria para afrontar la vida y cumplir sueños, te hace descubrir la fortaleza del ser humano y cómo podemos sembrar esperanza en la vida de las personas que nos rodean.

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Llegó por fin el amanecer, y el café que tomamos y ese frescor de la mañana nos quitaba el sueño. Seguimos nuestro camino, y compartiendo nuestras vidas… A veces se apoderaba el silencio y otras el cansancio pero la clave era avanzar.

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El calor llegó pronto y menguaba las fuerzas, era sinceramente en algunos momentos insoportables, no había sombra y el agua rápidamente se calentaba. Pensé en algunas ocasiones que estaba en la etapa larga de Sables y me repetía, si pudiste con eso puedes con todo. Ver la caravana en los puntos de avituallamiento me daba ese impulso para continuar, grande el equipo de asistencia, grande mis compañeros que me daban la oportunidad de estar ahí

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Avanzaba la tarde, y junto a Cristina y Gerardo llegaba casi al final después de horas bajo un sol abrasador, pero nos llegó un regalo maravilloso, la compañía de Manolo Olmo, gracias porque fuiste lluvia para calmar nuestro calor.

Tocaba correr a tope los últimos kilómetros donde nos reencontraríamos con más compañeros y juntos llegaríamos a Puerto Real, escoltados por la caravana que durante 24 horas nos había asistido y la policía local, últimos kilómetros de charla con personas admirables, pensar en posibles acciones juntos y apurar ese tiempo a su lado.

Llegamos al pueblo, y ese momento jamás se me olvidará, nos esperaba un club de ciclismo de allí para llevarnos hasta meta y una familia con un niño precioso. Podía ser un niño cualquiera pero no, era Domingo compañero de Manolo Tempranillo de batalla. Abrazos, besos y miradas de complicidad, sufrimiento, dolor, superación… Eso reinaba en aquellos momentos. Y junto a esos dos valientes y Pablo (hijo de Ángel) un navegante aventurero,  emprendimos la carrera hasta la meta.

Corríamos detrás de ellos, porque eran los verdaderos protagonistas, al verlos pensé cómo le explicas a un niño que le ha tocado una enfermedad de ese tipo, cómo le enseñas a pelear contra ella, cómo le dices que el dolor le hará más fuerte, cómo explicarle que debe continuar cada día, cómo decirle que a pesar de todo la vida es sencillamente maravillosa… pues no sé como se explica, pero sí comprendí que esos niños llevaban detrás de ellos una familia preciosa que quizás no tuvieron que darle tantos detalles y sí enseñarles a luchar por ellos cada día, para comprender el sentido de la vida.  Sentí que era una privilegiada  por estar sana, entendí que el ser humano puede crear grandes cosas cuando se unen, que mirar a otro lado no aporta nada y la vida hay que encararla. Recordé que no somos nadie por correr más kilómetros sino por nuestras acciones, y me bañé de emociones intensas, esas que nacen en la boca del estómago y te tambalean para mucho tiempo.

Estas 24 horas han sido una experiencia que me ha tocado en lo más profundo de mí, quizás porque por primera vez ví de cerca una realidad fea pero los niños le dieron un color diferente, haciéndola de un tono más pastel.

Me emociono al recordar a mis compañeros del equipo HUMANIZA TEAM: Ángel, Manolo, Manolo Tempranillo, Cristina, Jose, Juan, Caiman , Caiwoman, Paco, Gerardo, Trini, Benjamín, Chino, Picadrilo, Piescu, etc… y no puedo dejar de darles las gracias por contar conmigo para esta causa, por compartir tantas cosas… gracias por vuestro arropo y aquí estaré para la próxima estación donde queráis que comencemos una nueva historia, con personas como vosotr@s el mundo puede cambiar.
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2 comments

  1. La Princesa del DesiertoReply

    Gracias Chino y perdona que tarde en responderte, hace tiempo de esto ya pero me acuerdo tanto, si vuestra ayuda no hubiera sido posible. Fue precioso sentir tantas personas luchando por un mismo motivo, y es que los héroes allí no éramos ni los que corríamos ni la asistencia sino las personas que tienen que afrontar esa enfermedad.
    Un beso y espero veros muy pronto.

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